domingo, 17 de julio de 2011

¿Crees en los Ángeles?


Cuenta la leyenda que a un angelito que estaba en el cielo le tocó su turno de nacer como un niño y le dijo un día a Dios:

-Me dicen que me van a enviar a la tierra, ¿pero cómo vivir tan pequeño e indefenso como soy?-.

-Entre muchos ángeles escogí uno para ti que te está esperando y que te cuidará- le dice Dios.

-Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso basta para ser feliz- le dice el angelito.

-Tú ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y serás feliz- le responde Dios.

-¿Y que haré cuando quiera hablar contigo?- pregunta inocente el angelito.

-Tu ángel te juntará las manitas y te enseñará a orar y podrás hablarme-.

Nuevamente replica el angelito:

-He oído que en la tierra hay hombres malos, ¿quién me defenderá?-.

-Tu ángel te defenderá a costa de su propia vida"- respondió Dios.

-Pero estaré siempre triste no te veré más Señor- exclamó el angelito y Dios le respondió una vez

-Tu ángel te hablará siempre de mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado-.

En ese instante una gran paz reinaba en el cielo, pero ya se oían voces terrestre y el niño presuroso repetía con lágrimas en su ojitos sollozando:

-Dios mío, si ya me voy dime su nombre. ¿Cómo se llama mi ángel?-.

A esta interrogación Dios respondió:

-No importa su nombre, ¡tu le llamarás MAMÁ!- .

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miércoles, 6 de julio de 2011

¿Cuánto vales?


Alfredo, con el rostro abatido de pesar se reúne con su amiga Marisa en un restaurante a tomar un café. Deprimido descargó en ella sus angustias, que el trabajo, que el dinero, que la relación con su pareja, que su vocación. Todo parecía estar mal en su vida.
Marisa introdujo la mano en su cartera, sacó un billete de 100 dólares y le dijo: -"Alfredo, quieres este billete?".
Alfredo, un poco confundido al principio, le dijo:
-"Claro, Marisa. Son 100 dólares, ¿quién no los querría?".
Entonces Marisa tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo un pequeño bollo.
Mostrando la estrujada pelotita verde a Alfredo volvió a preguntarle:
-"Y ahora igual lo quieres?".
-"Marisa, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 100 dólares, claro que los tomaré si me lo entregas".
Entonces Marisa desdobló el arrugado billete, lo tiró al piso y lo restregó con su pie en el suelo, levantándolo luego sucio y marcado.
-"¿Lo sigues queriendo?".
-"Mira Marisa, sigo sin entender qué pretendes, pero ese es un billete de 100 dólares y mientras no lo rompas conserva su valor...".
-"Entonces Alfredo, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o pisotee, sigues siendo tan valioso como siempre lo hayas sido. Lo que debes preguntarte es cuánto vales en realidad y no lo golpeado que puedas estar en un momento determinado".
Alfredo se quedó mirando a Marisa sin atinar con palabra alguna, mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro.
Marisa puso el arrugado billete de su lado en la mesa y con una sonrisa cómplice agregó:
-"Toma, guárdalo para que te recuerdes de esto cuando te sientas mal... ¡pero me debes un billete nuevo de 100 dólares para poder usar con el próximo amigo que lo necesite!".
Le dio un beso en la mejilla a Alfredo, quien aún no había pronunciado palabra, y levantándose de su silla se alejó rumbo a la puerta.
Alfredo volvió a mirar el billete, sonrió, lo guardó en su billetera y dotado de una renovada energía llamó al camarero para pagar la cuenta.


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